Estaba tan lejano, tan distante, que parecía que jamás iba a llegar. Sin embargo, en lo más profundo de nuestro ser, un oscuro sentimiento de pesimismo cobraba cada día más y más fuerza con cada puesta de sol. Y es que el verano toca a su fin ¡Lacrimógeno adiós a las vacaciones, amargo hola al trabajo! No obstante, y para hacer honor a la verdad, muchos han disfrutado del verano lo que España del mundial de Brasil. Nos referimos, sin duda, a los valientes hombres y mujeres del gremio de la hostelería que han dado este verano algo más que su energía y tiempo por el deleite de todos ¡Que Dios los bendigan!
Pero no es momento para lamentarse. Atrás quedaron las sabrosas mariscadas junto al mar y los deliciosos helados de mil sabores. La refrescante rubia de cristal tiene que dejar paso a la ingrata morena de máquina. Y no nos referimos a una nueva tendencia en teñidos de pelo ¡Qué más quisiéramos! Y es que tenemos que despedirnos de las heladas y refrescantes cervezas de terraza para dar paso al estimulante café. Un café tan negro y amargo como el despiadado sonido del despertador un lunes por la mañana.
Es posible que no haya ningún remedio para acabar de forma fulminante con este cruel martirio. Sin embargo, sí que hay algunos trucos para paliar los apocalípticos efectos de un mal despertar. Y el más importante pasa, como dice el dicho, por desayunar como un rey. No obstante, los más supersticiosos podéis seguir frotando décimos de lotería en las despejadas frentes de la población alopécica.