5 Consejos imprescindibles para emplatar

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Mejora la presentación de los platos de tu bar o restaurante

El comensal español, paladar ambicioso donde los haya, no se conforma sólo con encontrar el mejor sabor en tu restaurante, sino que suspira por una experiencia culinaria que se extienda desde las papilas gustativas hasta los cinco sentidos. Al igual que Queens, ellos “lo quieren todo”: aromas embriagadores,  texturas irresistibles, sonidos que erizan la piel con cada bocado y, muy especialmente, una presentación que les corte el habla… ¡un emplatado excepcional!

El emplatado es la primera información que el comensal recibe sobre un plato y la que va a condicionar de forma determinante su disfrute, por lo que es imprescindible cuidar hasta el más mínimo detalle de ella.

Por ello, a continuación os vamos a mostrar 5 consejos imprescindibles para emplatar que harán que los comensales de tu bar o restaurante empiecen a salivar desde el mismo momento en el que el plato salga de la cocina.

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La vajilla y la cubertería.

Son los cimientos sobre los que se van a sustentar la gran obra culinaria. En ellos debe primar la elegancia y la imagen, pero sobre todo la comodidad. A la hora de emplatar, el tamaño del plato debe ser suficiente para que el comensal pueda manipular la comida sin riesgo a que esta caiga fuera de él. No obstante siempre te encontrarás con comensales, que aún contado con un plato del tamaño de un flotador, esparcirán la comida por la mesa como un aspersor.  ¡Cada cual disfruta de la comida como quiere!

Juega con las formas.

Cuando emplates, rompe la monotonía utilizando ingredientes de aspectos variados. En el caso de las verduras y patatas, pueden ser cortadas y colocadas sobre el plato de innumerables formas. Aprovecha algunos tipos de guarniciones, como los arroces y cremas de mayor densidad, para hacer formas atractivas y apetitosas durante el emplatado.

Borra las huellas del crimen.

Como un ladrón de guante blanco, coloca los ingredientes en su sitio y luego borra las posibles gotas de salsa o aceite que queden en el plato, así como los restos de ingredientes desparramados. Emplata valiéndote de las guarniciones o de los elementos más estables del plato para controlar a aquellos más inestables e inconsistentes. Y recuerda, si te encuentras con una albóndiga rebelde que se resiste a quedarse quieta, abstente de utilizar “suplerglú”… a no ser que la obstrucción intestinal esté entre las virtudes del plato.

Salsas, cremas y aceites.

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Son el último brochazo sobre el lienzo y pueden tanto enaltecer la obra como echarla a perder. Con mano de cirujano, emplata extendiendo las salsas, cremas y aceites sobre el plato y sobre el resto de ingredientes formando una composición regular y equilibrada, nada de montar una ciénaga pantanosa. Las Cremas Balsámicas de Vinagre son un recurso muy interesante, siempre y cuando no te las des de expresionista abstracto o de pintor de brocha gorda.

El Rey en su trono: llega el turno del Jamón.

Como monarca de la gastronomía castellana, el Jamón debe ser emplatado con precisión y elegancia. La forma más común de hacerlo es colocando las escarlatas lonchas en forma de espiral concéntrica hasta rellenar el plato por completo. Una de las claves a la hora de emplatar Jamón es colocar las lonchas inmediatamente tras el corte, evitando manosearlas en exceso. No amontones demasiado unas lonchas sobre otras, pero tampoco las coloques totalmente separadas.

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Con estos 5 consejos de emplatado y con tu creatividad de maestro de cocina, tus comensales se rendirán ante ti sin necesidad de probar bocado.